El Humanismo
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El Humanismo propugnaba, frente al canon eclesiástico en prosa, que imitaba
el pobre latín tardío de los Santos Padres y el simple vocabulario
y sintaxis de los textos bíblicos traducidos, los studia humanitatis, una
formación íntegra del hombre en todos los aspectos fundada en las fuentes
clásicas grecolatinas, muchas de ellas entonces buscadas en las bibliotecas
monásticas y descubiertas entonces en los monasterios de todo el continente
europeo. En pocos casos estos textos fueron traducidos gracias al trabajo de
entre otros Averroes y a la infatigable búsqueda de manuscritos por eruditos monjes humanistas
en los monasterios de toda Europa. La labor estaba destinada a acceder así a un
latín más puro, brillante y genuino, y al redescubrimiento del griego gracias
al forzado exilio a Europa de los sabios bizantinos al caer Constantinopla y el Imperio de Oriente
en poder de los turcos otomanos en 1453. La segunda y local tarea fue buscar
restos materiales de la Antigüedad Clásica en el segundo tercio del siglo XV, en
lugares con ricos yacimientos, y estudiarlos con los rudimentos de la
metodología de la Arqueología, para conocer mejor la
escultura y arquitectura. En consecuencia el humanismo debía restaurar todas
las disciplinas que ayudaran a un mejor conocimiento y comprensión de estos
autores de la Antigüedad Clásica, a la que se consideraba un modelo de
conocimiento más puro que el debilitado en la Edad Media, para recrear las
escuelas de pensamiento filosófico grecolatino e imitar el estilo y lengua de
los escritores clásicos, y por ello se desarrollaron extraordinariamente la gramática, la retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia, ciencias ligadas estrechamente al espíritu humano, en
el marco general de la filosofía: las artes liberales o todos los saberes
dignos del hombre libre frente al dogmatismo cerrado de la teología, expuesto
en sistemáticos y abstractos tratados que excluían la
multiplicidad de perspectivas y la palabra viva y oral del diálogo y la epístola, típicos géneros literarios humanísticos, junto a la biografía de héroes y personajes
célebres, que testimonia el interés por lo humano frente a la hagiografía o vida de santos
medievales, y la mitología, que representa un rico
repertorio de la conducta humana más sugerente para los humanistas que las
castrantes leyendas piadosas, vidas de santos y hagiografías de Jacopo della Voragine y su leidísima Leyenda dorada. Este tipo de
formación se sigue considerando aún hoy como humanista.
Factores que favorecieron el humanismo
Después de grandes debates y polémicas,
a partir del siglo XV el movimiento humanista se vio favorecido por varios
factores:
§ La emigración de sabios bizantinos:
debido a que el Imperio
bizantino estaba
siendo asediado por los turcos, muchos de ellos buscaron refugio en Europa
Occidental, especialmente
en Italia, llevando con ellos textos griegos,
promoviendo la difusión de la cultura, los valores y el idioma griego. Por
ejemplo, Manuel
Crisoloras, erudito
griego de Constantinopla, que enseñó griego en Florencia desde el año 1396 al
1400 y escribió para uso de sus discípulos la obra Cuestiones de la
Lengua griega, basándose en la Gramática de Dionisio
Tracio; su discípulo Leonardo Bruni (1370-1444) fue el primero que hizo traducciones
del griego al latín a gran escala, como también Ambrosio
Traversario, quien además
recomendó a Cosme de Médici que adquiriera doscientos códices
griegos de Bizancio o Francesco
Filelfo, que se llevó
el mismo muchos otros.
§ La invención de la imprenta: este invento de Gutenberg permitió el abaratamiento del
costo y la difusión de los libros, garantizando la difusión masiva de las ideas
humanistas y la aparición del sentido crítico contra el magister dixit o argumento de autoridad medieval.
§ La llegada al solio pontificio de Tomas
Parentucelli, (Papa Nicolás V) y de Eneas Silvio Piccolomini, (Pío II)
convierte a Roma en uno de los grandes focos del Humanismo.
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